viernes, 27 de marzo de 2015

El hombre más ancho de un lado

        Se le agradece a la señorita Silvina Macías por sus aportes en esta historia, ya que fue ideada junto a ella
hace casi diez años.

      Entre las innumerables historias que los viejos timberos saben contar en las esquinas sanjuaninas, resalta una que es, lejos, la más llamativa: la del hombre más ancho de un lado.

Música para ambientar:


Existen muchas versiones de esta historia, incluso anda dando vueltas una en inglés, pero a esa no hay que darle mucha importancia porque no sería otra cosa que un trabajo práctico de algún colegio bilingüe.
Lo cierto es que la mayoría de los relatos a los que me refiero concuerdan en lo mismo: que existía un hombre cuyo lado izquierdo era tres (algunas versiones hablan de 5) veces más ancho que su lado derecho. Es decir, que era más ancho de un lado.
Las peripecias del destino y las vueltas burocráticas que sufren las historias y leyendas cuando se pasan de cultura en cultura han imposibilitado que el nombre de este fulano y hasta una fecha aproximada de su existencia lleguen a nuestros tiempos.
Y a riesgo de caer en un error impresionante, le llamaremos Edgardo, nombre que a muchos les cae bien, aunque personalmente hubiese preferido Juan, o Carlos.
Este individuo, Edgardo, sufría de un mal que pocas veces se vio en la historia, y que le valió, me imagino, una interminable lista de apodos y sobrenombres (entre las diversas versiones circulan, por lo bajo, "el siamés mal terminado", "pelota con teta", "dos en uno", "hombre en perspectiva" y "Chicho", entre otros).
A su imposibilidad para vestir ropa común (del lado derecho usaba camisas talla M; mientras que en el izquierdo vestía prendas cuya talla oscilaba entre XL y XXL, cosidas en el medio) se le sumaba el horror que causaba en las chicas al posar desnudo para ellas en el lecho: imaginen el diámetro de su ombligo. Toda una barbaridad.
Para colmo, su estómago (que como todos sabemos, se encuentra en el lado izquierdo) provocaba que el tipo consumiera tres veces más comida que la que algunas partes de su cuerpo (como el hígado o algunos tramos de sus intestinos) podían soportar.
Se dice que era posible ver cómo se hinchaba de un lado, y algunos duchos calculaban cuánto faltaba para que Edgardo terminara de hacer la digestión y evacuara. Hasta se llegó a apostar, dicen las malas lenguas.
Otra complicación similar ocurría cuando jugaba al Truco, pues se le imposibilitaba ser discreto cuando le tocaba el siete de oro o la hembra. Un bajón.
Fumaba sólo en pipa (del lado derecho) y tiraba los centros con la zurda; cacheteaba a las viejas con la derecha, para evitar machucones delatores, y evitaba subirse al caballo con el pie izquierdo. Nunca pudo jugar bien a la soga, y hay algunos que dicen que abusaba del embrague.
Pero evidentemente nada de esto podría decirse sin una fuente que lo certifique. Severino Balmundio, en su libro "Tratado sobre las desigualdades", asegura haber encontrado un ataúd cuyo lado izquierdo es más ancho que del lado derecho, pero los dichos de este autor bien pueden pasar por una vil mentira, pues asegura no tener constancia del cementerio donde vio tal féretro.

Seguiremos mientras tanto con la eterna duda: ¿vivió o no, Eddy? Hasta entonces será conocido como El Hombre más ancho de un lado...

2 comentarios:

  1. El hombre más ancho de un lado usaría calzas? Te dejo con esa incógnita que seguramente no te dejará dormir!

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    1. No sé si las haya usado, o si siquiera existían cuando él vivió, pero de una cosa estoy seguro: debe haberse visto moooy homosexual. Quizás lo era. Andá a saber.

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