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Para leer el cuarto, click aquíEsto ya lo he vivido, Capítulo V: Swinger temporal
Lucas reconoce inmediatamente el sonido, y aunque sueña que está en el 2006 viendo los partidos del Mundial y Casados con Hijos a la vez (cosas que sólo pasan en el mundo onírico) sabe perfectamente que eso que suena es su despertador. El Ratón Ayala despeja una pelota que Dardo y Pepe pelean en el mediocampo pero de fondo suena Barón Rojo de Ciro y Los Persas. Lentamente la conciencia le comienza a ganar al sopor y el partido híbrido desaparece mientras la música aumenta y se hace más vívida. Abre los ojos y está tirado en el pasillo de su departamento y en alguna parte suena su teléfono, configurado para despertarlo de lunes a viernes a las 7 de la mañana.
Un nuevo día
comienza en San Juan, y los calendarios marcan rigurosamente que es martes 24
de marzo del año 2015…
“¿Qué
carajo está pasando? Estoy otra vez en mi departamento… otra vez en el 2015, ¿o
no?”, alcanza a pensar Lucas mientras se incorpora, nuevamente aturdido por el
sueño y por no saber ciertamente dónde (y cuándo) se encuentra. Se apoya en la
pared del angosto pasillo y busca, todavía mareado, la procedencia de la
canción. Encara para su cuarto pero el sonido se aleja. “No, por aquí no está”,
susurra mientras da media vuelta para seguir la búsqueda por otras habitaciones.
Revisa el cuarto del lavarropas, el baño y la cocina pero no encuentra nada. El
teléfono sigue sonando y sonando; Ciro canta y Los Persas tocan, mientras Lucas
busca e insulta.
Siente
como si tuviese resaca, resfrío, hambre y sueño a la vez. Una escena de domingo
invernal al mediodía luego de un boliche (o dos) con un par de revolcadas en
algún patio o plaza (porque el césped en su cuerpo tiene que haber salido de
algún lado). Su departamento está igual o peor que él y tiene la extraña
sensación zumbante de haber estado escuchando música muy fuerte. Indudablemente
Lucas ha estado de fiesta y el teatro de operaciones fue su departamento.
Camina por lo que parece ser el fondo de un boliche (pero que en realidad es su cocina) y tropieza con una botella de vidrio,
que gira tintineante entre las patas de las sillas y queda dando vueltas contra
la pared. Hay charcos de ¿agua? por aquí y chipotes
chorreando por allá. Ciro sigue cantando.
Rascándose
la despeinada cabeza camina hacia el living-comedor tratando de recordar qué
hizo anoche, pero sólo recuerda haber chateado con Lucía en el 2006. No tiene
recuerdo alguno de lo que sea que haya ocurrido en el 2015. Los Persas hacen
silencio justo cuando Lucas encuentra cinco cajas de pizza desperdigadas por el
piso y los muebles, y una prenda de vestir negra que, cree, puede ser una “camperita”
(siempre escuchó a Gema llamar así a los abrigos que en realidad no abrigan)
enredada entre los joystick de la Play.
Cualquiera
que entrara y lo viese a Lucas parado en el medio de ese desastre, en
calzoncillos, despeinado y con pasto por todas partes, no hubiese dudado de la
ferocidad de la fiesta a la que ese cuerpo estuvo sometido. Pero en lo que a
Lucas respecta, él no estuvo en ningún descontrolado festejo. Sí estuvo en el
pasado, chateando con mujeres que ya no ve y paseando por un mundo que ya no
existe; pero definitivamente no anduvo de parranda. “Bue –dice, perdido, Lucas-
¿qué onda con esto? Parece que aquí la pasaron bastante bien… botellas de
vodka, fernet, cajas de pizza, ropa tirada… porciones de pizza a medio comer.
Más pasto…”.
Como
si quisieran tercamente que les prestaran atención, los Persas interpretan
nuevamente Barón Rojo, al tiempo que Lucas prende la televisión para chequear
en qué año se encuentra. Cambia de canal y busca los informativos, aunque el
menú de DirecTV le indica claramente la fecha. “Sí, estoy de nuevo en el 2015; medio
gordo otra vez y con la casa hecha un quilombo”, dice mientras busca nuevamente
el teléfono. Descartado su cuarto, el baño, la cocina y la sala de lavado no le
queda otra que el balcón (“O vaya uno a saber dónde”), y así como estaba (en
ropa interior) se asoma para ver si el aparato está o no allí afuera. El
espectáculo es casi el mismo que adentro, con vasos, botellas y pizza por todos
lados. Hay tapitas de cerveza y envoltorios de sorbetes (“¡¿WTF?!”) tirados
entre colillas de cigarros, pero lo más importante es que la reconocida melodía
de Barón Rojo está en primer plano. Lucas revuelve un poco la mugre y
finalmente encuentra el teléfono en una maceta, sonando desesperadamente y con
el segundo cartel de batería baja.
Está
de nuevo en el 2015 y siente, sin embargo, una lejana nostalgia. El aire que
respira es el del presente y ya no está de visita en un lugar perdido en la
memoria; es él nuevamente y todo lo que lo rodea lo define, habla de él. Allí
está la Play 3 enchufada permanentemente al led de 40 pulgadas; la computadora
con el sistema de audio, los muebles que hacen juego con el decorado. Está en
su casa, su lugar, pero aún así le gustaría haber disfrutado más del 2006. Le
hubiese gustado seguir siendo un adolescente y disfrutar de esa época, a pesar de
que ahora está en su año, con su gente y su novia. En el 2006 era un pibe y
disfrutaba de la libertad de salir siempre y conocer chicas, de escuchar música
nueva; pero ahora también disfrutaba de tener su propia plata y de no pedirle
permiso a nadie, con su tiempo, sus obligaciones, con el control de su propio
destino, con su trabajo…
-
¡El trabajo! -gritó desesperado- ¿Qué hora es?
¿Hoy es lunes o es martes? ¡LPM!
Buscó
nuevamente el teléfono, que había dejado cargando en su cuarto, y vio la
cantidad enorme de notificaciones que tenía. Le sacó el modo avión y rogó que
todo estuviese en orden aunque intuía que no sería así. Sabía que Noelia lo
habría estado llamando, que desde el trabajo habrían intentado ponerse en
contacto con él y que si no pensaba rápido en una excusa lo podrían suspender
o, peor, despedir.
Mientras se
reactivaban las funciones de red miró el panel de notificaciones y era una fila
interminable de íconos:
Mensajes, llamadas, llamadas de WhatsApp, notificaciones
y mensajes de Facebook, de todo… y eso que estaba en modo avión. “Desde cuándo
estará en modo avión, y desde cuándo estarán todos estos mensajes y llamadas…”,
se dijo Lucas mientras revisaba el celular.
Lo que vio era
algo inédito: 27 mensajes sin leer, 1067 whatsapp (1053 de sus grupos, los 14 restantes
eran mensajes individuales), 15 llamadas perdidas, 9 mensajes de Facebook y 2
notificaciones. “Menos mal que no uso Twitter…”, dijo.
De los 27
mensajes de texto, 10 eran llamadas perdidas de Noelia; 7 de su trabajo, otros
tantos de su hermana y de sus padres, y dos eran de números desconocidos. El
restante era un mensaje de Noelia: “Lucas si no me atendes cuando t llamo o me
resp los wsapp juro q no t hablo mas, en serio t digo”.
En WhatsApp la
cosa se ponía peor, porque no sólo estaban “vistos” los mensajes de Noelia,
sino que hasta les habían respondido algunos. Al parecer, el que le escribió se
le había hecho el chistoso respondiéndole tonteras. Un simple “chau lucas no me
hables mas” dictaminaba un cierre temporal en las relaciones diplomáticas de
ambos. Los mensajes de Facebook no eran otra cosa que un intento de Noe y de
sus compañeros de trabajo de comunicarse con él, y pensando que le
habrían firmado el muro también, se encontró con que las notificaciones eran de
dos etiquetas de fotos. La cosa se ponía más extraña aún.
En una de las
imágenes aparecía con sus compañeros de la Secundaria tomando fernet en una plaza
(“Eso explica el pasto”, pensó Lucas); y en la otra, las personas que posaban eran
desconocidos. De fondo se podía ver a Ramiro y a Nicolás jugando a la play con
un grupito de chicas, pero en la parte superior derecha, casi en el filo de la
imagen, aparecía él besándose con una desconocida. De pronto Lucas sintió cómo
su rostro comenzó a deslizarse lentamente hacia abajo, mientras su corazón
debatía entre detenerse para siempre o lanzarse al galope como un caballo por
una estepa rusa: ahí estaba él, ya sin remera y con pasto por todos lados,
abrazado a lo que parecía ser una desconocida, etiquetado en Facebook y escrachado a la vista de todos, pero
principalmente de Noelia. Si no entendía nada cuando se despertó en medio de un
apocalipsis posfiesta, después de haber estado un día entero en el 2006
disfrutando de una experiencia metafísica y digna de atesorar por siempre, más
confundido estaba ahora que podía ver cómo su presente se iba al tacho.
¿Las cosas
pueden empeorar? Oh, sí; claro que sí. Con la reactivación de los datos móviles
comenzaron a llegar nuevas notificaciones y nuevos mensajes. Entre los
múltiples Me Gusta que tenía la foto de Lucas besándose aparecían los de
algunas amigas de Noelia, y la catarata de comentarios decía de todo. El más
llamativo era el de el propio Nico (etiquetado también en la foto) que decía “Penal
en el minuto 47 del segundo tiempo, bro?”. Pero el que sin dudas llenó a Lucas
de turbación fue el de una prima de Noelia: “Que lindo tu novio Noe Garcia es re cariñoso con las trolas”.
Listo. Punto final. Si su novia no había alcanzado a odiarlo por su “desaparición”
el día anterior, ahora sí que no había vuelta atrás.
A las ocho y
diez llegó un mensaje de un compañero de trabajo preguntándole si estaba bien y
si hoy iba a trabajar o también faltaría. Lucas estaba al borde de una crisis:
sin saber qué había pasado en el 2015 mientras él paseaba en el 2006, con un
gravísimo e inminente conflicto nuclear con su novia, con un desastre en la
casa y con una resaca como para cuatro, tenía que definir si iba a trabajar o
si (por lo visto) volvía a faltar. Lo llamativo entre tantas malas noticias es
que él se sentía bien, sin sueño y con los recuerdos del 2006 frescos. Pero su
cuerpo, al que parecía que le habían pegado una paliza alcohólica, se negaba a
funcionar correctamente. Cuando se incorporó para ducharse y tratar de arreglar
todo, sintió que el mundo estaba al revés y cayó mareado. No se despertaría
sino hasta las cuatro de la tarde.
En todo ese
tiempo el teléfono siguió sonando. Llamadas telefónicas, mensajes,
notificaciones de Facebook y hasta una solicitud de amistad. Sobre las doce y
media alguien tocó el timbre y golpeó la puerta por un largo rato, pero al
encontrar silencio como respuesta se retiró. A las 13:43 Noelia le volvió a
escribir por WhatsApp, y a las 14:12 lo llamaron dos veces del trabajo. Lucas
permanecía profundamente dormido. Soñó que se encontraba con Lucía, la chica
del MSN, tal y como lo habían acordado, y que conversaban sobre salir a bailar
y algunas cosas sin sentido. Por momentos la miraba fijamente y creía verla con
la cara de Noelia. Y en otro pasaje del sueño era Lucía la que hablaba, pero la
voz era la de su actual novia (¿o ex?). A veces caminaba de la mano con ambas,
una de cada lado, y en otro momento las besaba a las dos a la vez.
Un mensaje de
Facebook y su “dinggg” agudo lo despertó a las 16:02, y antes de que el reloj
marcara las cinco menos cuarto ya estaba a dos cuadras de la casa de Noelia,
dispuesto a explicarle todo y a arreglar el terrible problema que cargaba en su
espalda.
Estacionó el
auto y tomó coraje, golpeó la puerta de la casa y esperó. Fueron los 45
segundos más largos de su vida. Luego de los acostumbrados ladridos del
insoportable caniche que tenían, se escucharon pasos. Luego, una llave giró, la
cerradura se destrabó y los resortes gastados del picaporte se quejaron al
bajar éste y abrirse la puerta.
-
¡Lucas! ¿Cómo estás? –dijo la madre de Noelia,
sorprendida por la visita.
-
Hola, muy bien… Eh, ¿está Noelia?
-
No, salió temprano a la casa de una compañera a
estudiar.
-
(Bien, la vieja ni se ha enterado. Punto a
favor.) Eh, sí, está todo bien. ¿No sabe con qué compañera está estudiando?
-
No, no me dijo. ¿Por qué no le llamás? Pasá,
pasá, no te quedés en la puerta.
-
Ya le he llamado y no responde; debe haberlo
puesto en silencio. No se preocupe, pasaba a darle una sorpresa porque salí
temprano de trabajar; ya me voy…
-
Bueno, como querás. Cuando llegue le aviso que
viniste por si todavía no te contactás con ella.
-
Bueno, muchas gracias –gritó Lucas, ya con las
llaves en la mano y saliendo por el portón hacia el auto.
El teléfono de
Noelia no estaba en silencio. Ella lo había dejado sonar cada vez que Lucas la
llamó. Estaba en la casa de una compañera, sí, pero no estudiando. Estaba
devastada por lo que había sucedido y no tenía ganas de hablar o leer a su
novio. Quería tomar una decisión en frío, porque así, como estaba, prefería no
verlo nunca más.
Lucas llamó
por teléfono a cada una de las amigas y compañeras de Noelia, pero ninguna supo
(o quiso) decirle dónde estaba. Eran ya las nueve de la noche y agotados los
recursos para dar con su novia, prosiguió al siguiente ítem de la lista:
encontrar a sus amigos y pedirle que le explicaran qué había sucedido. Ya había
arreglado todo en su trabajo: les dijo que el domingo a la noche había estado
en una fiesta y que se había excedido con el alcohol. Le reprocharon que no les
hubiese avisado y que los dos días se les descontarían del sueldo. Y otra cosa:
que no volviese a faltar así al menos por un año o dos. “Sí, sí” les dijo Lucas,
agradecido de que no lo despidieran o suspendieran.
-
Francisco, ¿dónde estás?
-
¡Lucas! Hermano, todo bien; en casa, ¿por?
-
Necesito hablar con vos urgentemente…
-
Sí, mirá, ahora no puedo: estoy por cenar y la
nena está medio enferma. Tiene fiebre y está dele de llorar… ¿te parece mañana,
locura?
-
Uh, lpm… bueno, dale.
-
¿Estás bien, hermano?
-
No, no estoy bien. Después te cuento...
Lucas llamó varias
veces a Pablo pero le saltaba el buzón de voz. Quiso hablar con Fernando pero
éste no le atendía (estaba bañándose). Decidió ir a la casa de Nicolás, pero se
acordó de que era martes y que debía estar jugando al fútbol con los amigos. El
único que le atendió el teléfono fue Ramiro:
-
Viejo, ¿dónde estás?
-
Eh, moquero hdp, ¡hasta que al fin apareciste! –le
dijo Ramiro.
-
Escuchame, ¿dónde estás?
-
En la casa de mi novia, ¿vos?
-
En la calle. Mirá, no sé qué está pasando, ¿podés
juntarte un toque?
-
¿Y qué te pensás que va a pasar, salame? Te
gastás casi todo tu sueldo en una noche y te acostás con descono…
-
¿Me acosté con la de la foto?
-
Bah, qué sé yo, si no sabés vos… bueno, te
gastás un fangote de guita en fiestas y boludeces, te comés a desconocidas y
después la subís a Facebook… ¿encima preguntás qué está pasando? Dejame
adivinar… Ommm…. Ommmm: Noelia te dejó, ¿no?
-
Escuchame…
-
Sos un boludo, Lucas.
-
No sé qué pasó anoche…
-
Yo tampoco sé qué te pasó ayer, pero estabas
sacado…
Lucas no lo
sabe, y en realidad nadie lo sospecha tampoco. Pero mientras él estuvo en el pasado
disfrutando nuevamente de su estadía como adolescente, el Lucas del 2006 se acostó un domingo y despertó un lunes en una cama totalmente desconocida... en el año 2015.
Click aquí para leer el sexto capítulo
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No hay sexto cap ?
ResponderEliminarHola! gracias por comentar :) esta semana voy a subir el sexto capítulo. saludos! :)
EliminarUu que buen cap locoo!! Jaja espero el desenlace ya! Cuando el sexto capo?
ResponderEliminarHola capo! Esta semana subo el sexto capítulo :) gracias por comentar y qué bueno que te haya gustado!
EliminarCapo! Ya subí los siguientes capítulos. Perdón por el cuelgue jaja
EliminarEsta muy bueno aunque al leer el lío del departamento después de la fiesta me vinieron algunos recuerdos que ya había borrado ( o al menos tratado de borrar) de las fiestitas de mis hijos mayores en mi casa!!!!!!!!!!!!!.. Ahh felicitaciones como siempre muy bien escrito!!
ResponderEliminarMuchisimas graciasss!
EliminarEsta buenisimo
ResponderEliminarMuchas gracias! =)
EliminarMuy bueno, lo vengo siguiendo desde taringa! Lo que me desconcertó es que en el capítulo anterior, decía que la novia de 2015 se llamaba Vico, mientras que en este dice que se llama Noe. O entendí algo mal? Excelente, me encanta, y espero la sexta parte.
ResponderEliminarCuando vean un error en los textos...
Eliminarun hechicero lo hizo :P
Muchas gracias por el comentario, y qué bueno que te haya gustado la historia! En breve subo la continuación =)
Dale, la espero con ansias, metele pata!!! jajaja saludos.
EliminarNunca mas el cap VI?
EliminarNunca mas el cap VI?
ResponderEliminarHola! Ya subí el Cap VI y el VII también =)
EliminarQueremos el VI!!!
ResponderEliminarHola! Ya subí el Capítulo VI y el VII también por si todavía lo querés leer xD
Eliminar